Clementina Domingo tiene 35 años y es emprendedora social. Vitalista y comprometida, con su iniciativa Sa Mel desea “agitar conciencias” y endulzar la vida de las personas. El origen de todo fue su familia apicultora. Se formó en Educación Social y Psicopedagogía. Recientemente ha formado parte del profesorado de ‘Semillas’, la formación realizada en el marco del proyecto Innovagrowomed. Uno de sus retos como mujer emprendedora rural es feminizar el campo.
¿Quién es Clementina Domingo?
Una palabra que me define es rural. Toda mi vida está vinculada a esta pequeña población rural de la Comarca de La Serranía de Valencia. Soy una persona amante del paisaje y la naturaleza. Me gusta explorar, viajar, experimentar y vivir la vida. Me gusta estar rodeada de familia y amistades. Para mí es muy importante la socialización, y me gusta muchísimo hablar, una buena conversación sobre la vida y las emociones. Me gusta decir que pertenezco al club de las intensas, el cual me he creado para mí misma.
El sentimiento de arraigo y pertenencia al territorio me define bastante bien y por eso me dedico a defender lo nuestro. Lo que nos rodea, lo que nos da de comer, lo que nos regala la vida.
¿Cómo te embarcas en el desarrollo de un negocio familiar centrado en la miel?
Para mí el legado y la familia son pilares importantes y mis padres iniciaron el proyecto de la apicultura familiar con mucha pasión y entusiasmo. Y yo al vivirlo tan de cerca desde la adolescencia, lo he hecho mío. Soy hija de apicultores, así me gusta definirlo, y no han sido apicultores 'normales', son de los que luchan y defienden nuestros derechos, de los que se mueven activamente y lo cuentan a los cuatro vientos. El nacimiento de Miel Sa Mel que nació la vez que nació mi primer hijo, fue la idea creativa que brotó de mí mientras amamantaba a ese bebé. Esa fuerza creadora dio impulso a crear este emprendimiento. En la defensa de nuestro oficio tradicional del sector ganadero me daba cuenta de las injusticias por las que pasan diariamente los pequeños productores, en este caso, apícolas, y entre ellas está la competencia desleal de precios. Por eso, Miel Sa Mel nace para proteger ese último eslabón de la cadena que es la venta de nuestras cosechas. Pero no solo es una marca que vende producto, me mueven los valores del respeto, el territorio, el medio ambiente, la soberanía, la ruralidad... Dedico todos mis esfuerzos a divulgar, contar e informar para que las personas interesadas en consumir miel conozcan la realidad de este oficio, del producto que consumen, de lo que les aporta y de la calidad y esfuerzo que hay detrás de este oficio para alcanzar la excelencia. Y para competir con la importación legal, pero desleal, de mieles de fuera de nuestro país, que están consiguiendo destruir la apicultura local, de cercanía y sostenible de pequeños apicultores.
Descubrenos qué es Sa Mel.
Sa Mel es un emprendimiento alegre, divertido y natural, que muestra el día a día en una empresa familiar dedicada a la venta de miel de cosecha propia. Como principio fundamental está la educación de consumo, porque es necesario cambiar hábitos y creencias de consumo, para que juntos, productores/as y consumidores/as, consigamos el equilibrio necesario para una calidad de vida. Yo ofrezco con Sa Mel mieles monoflorales conseguidas con mucho esfuerzo y respeto por la naturaleza y por el animal que cuidamos. Y los consumidores encuentran una miel de garantía, excepcional, sin modificaciones y estratégica para la biodiversidad y la ecología. Además, la recibes sin intermediarios, en la puerta de tu casa y la finalidad es que tengas mil ideas de cómo llevarte esa miel a los labios: en recetas, en la vida diaria, en tus cuidados de salud, con tu familia, de vacaciones... Se transmiten valores a través de la marca Sa Mel como la visibilidad a los medios rurales, el emprendimiento en femenino, el respeto por la sabiduría de los oficios primarios, el papel de las mujeres rurales...
¿Qué es eso del movimiento Slow&Flow?
Este término nació de manera creativa para identificar los valores de Miel Sa Mel. El slow es la forma de trabajar humana, artesanal, natural, responsable y sostenible. El flow es el carácter que nos personaliza. Somos personas alegres y divertidas, los colores de marca así lo reflejan, el tono con el que nos comunicamos con las personas y posibles clientas.
También has publicado un libro ¡Apicultura! Una especie en peligro de extinción. ¿Cuál ha sido tu principal propósito al escribirlo?
El propósito es la acción de defensa del sector apícola, se puede decir que es un libro activista. Es un libro divulgativo y pedagógico para toda la familia, pero es crítico y muy personal. Se basa en mi experiencia personal como hija de apicultores y como líder de una marca. He querido contar, poner delante de los ojos de más personas que el sector apícola, en concreto, y el primario de los oficios agroganaderos, en general, atraviesa momentos difíciles y críticos, y he demostrado con palabras y datos objetivos esta realidad. Busco agitar las conciencias de la sociedad civil en cuanto a ecología, sostenibilidad ambiental y respeto a la vida, fundamental para la salud y el bienestar, demostrando que hay grandes causas evidentes que destruyen esa calidad de vida. Dentro del libro hay mucha pedagogía sobre las abejas y la apicultura, como que son una ganadería estratégica en la conservación de la salud del planeta en el que todas convivimos. Por último, hago un repaso a la parte puramente comercial, que es, sin trampa ni cartón, la garantía de supervivencia de este oficio primario ganadero. Y apelo a qué podemos hacer la sociedad para contribuir a frenar este peligro de extinción que acecha al campo y los medios rurales.
En definitiva, es un material muy práctico, que promueve el uso del mismo. Se puede aprender, se puede dibujar con sus ilustraciones, se puede hacer actividades propuestas en familia. Por eso, llega a un público muy amplio y está pensado como material pedagógico para profesorado y educadores/as.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos o dificultades a la hora de desarrollar tu emprendimiento?
La financiación es un aspecto clave en los inicios. En mi caso, conté con el apoyo familiar para conseguir la materia prima que le daba forma a mi proyecto: la miel que mi padre me proporcionó sin previo pago. El resto de materiales los conseguí a través de fondos propios y de mi pareja. El recorrido se hace más despacio, pero es muy gratificante. No he pasado nunca por entidades financieras y por deudas, solo la contraída con el depósito de la miel.
Por otro lado, aprender de todo. Aprender a gestionar y administrar el emprendimiento. Contabilidad, facturación, atención al cliente, marketing, ventas...
Otra dificultad real que he vivido durante mi emprendimiento ha sido aprender a gestionar mi tiempo como emprendedora autónoma y la vida familiar con dos niños pequeños. Esta parte ha tenido parte buena y parte mala, como es la dualidad de la vida. He dispuesto de tiempo para mi familia y a la vez, me he frustrado mucho por no saber encajar esas piezas en el puzzle. Dedicar poco tiempo al proyecto me generaba frustración, pero el fin era positivo: cuidar de mis hijos. Es un estado en bucle, sumado al aprendizaje continuo, a los ingresos insuficientes, que te mantiene alerta y en montaña rusa, pero es divertido. A quien le guste aprender cada día y ponerse retos a corto, medio y largo plazo, va a disfrutar mucho eso de emprender.
¿Consideras que en pleno siglo XXI hay dificultades que experimenta una mujer que no las experimenta un hombre?
El sector primario está todavía más custodiado por los hombres que por las mujeres, a nivel burocrático y de representatividad legal. Pero no es esta la realidad del día a día del campo, y eso es lo bonito de emprender en el sector agroganadero, que podemos promover cambios, porque estamos a las puertas de muchas cosas: de ganar visibilidad, puestos de representatividad en asambleas, cooperativas, sindicatos, de ser las lideresas de explotaciones y negocios agroalimentarios, de aportar nuestro valor como mujeres al campo de la gestión de empresas, y eso también es un bonito aliciente, el de feminizar el campo.
Cuéntanos cuál ha sido tu función en 'Semillas'.
Considero que he aportado contenido valioso para las mujeres que forman el grupo de alumnas, tanto por mi conocimiento experto en el sector, como por mi experiencia como emprendedora social y de triple impacto. Pero además, lo más bonito que siento cuando me pongo delante de ellas en mis clases es poder transmitir los mismos valores que escribía arriba: la feminización del campo en todos los sentidos y poder ser parte de un cambio del paradigma socioeconómico que es inminente y que necesitamos a nivel social y económico.
He tenido la oportunidad de transmitir que existen motivos suficientes para emprender o trabajar en este sector, ya que, la recompensa es mucho más grande que la rentabilidad económica. Pero más bonito todavía ha sido recibir por parte de las alumnas una sensibilidad especial hacia la idea de formar parte del cambio. Emprender en el sector agroalimentario no es solo un negocio, es vocacional, es querer formar parte del cuidado de la Tierra y de su custodia, y es dignificar un sector que no tiene buena reputación. Poco a poco, con personas al frente con nuevos valores y con una inteligencia sobradamente demostrada y capacitadas todas, el imaginario colectivo que se tiene de estos oficios tradicionales, artesanos y del sector agroalimentario va a ir cambiando de manera global.
¿Cuáles son tus proyecciones de futuro?
Seguir creando semillas en mi camino literario, tanto en divulgación y activismo por la defensa de la vida rural, ambiental y de nuestro oficio, y conseguir que nuestros tarros de miel en Sa Mel estén en la boca de todas las personas. También deseo contribuir a la defensa de las abejas como animal fundamental en la supervivencia de la humanidad. Contribuir a defender la soberanía alimentaria, a visibilizar el papel de las mujeres del medio rural, a potenciar la vida en los pueblos por todas aquellas personas que quieran vivir en ellos. Para ello, he escrito mi primer libro, y seguiré escribiendo, además, he lanzado un podcast propio con otra compañera rural del norte de España (Territorio rural podcast) y estoy planificando dar el salto a la radio en Valencia.