Cuanto más viajo, más cuenta me doy de cómo España se ha convertido en un lugar excepcional. Mientras el minotauro neoliberal devora los restos de la socialdemocracia europea, mientras las izquierdas latinoamericanas sufren desgaste, mientras afloran los monstruos de Le Pen en Francia o de Trump en EE UU, mientras el norte de Europa surfea el tsunami del individualismo, en España emerge una sociedad más cooperativa, más solidaria. Nuevas formas de hacer política, nuevas sensibilidades, nuevos deseos de cambio. Nuevas formas de innovar, alejadas de los paradigmas competitivos del universo de las start up. En pocos lugares se practica más que se habla la innovación social. En pocos se abre camino de forma tan vistosa la refrescante innovación ciudadana donde la innovación surge de procesos de inteligencia colectiva. En pocos lugares existen tantos dispositivos ciudadanos de co-creación, apoyo mutuo, deliberación y acción colectiva.
En mi libro Pasado mañana. Viaje a la España del cambio (Arpa) he hecho un ejercicio simple: he mirado a un futuro que ya está en marcha, alejándome del fragor mediático y del ruido político del día a día. He esquivado la mirada fatalista y pesimista que muchos adoptan cuando apenas se tiene en cuenta lo macro. Cierto: las cifras macro económicas o las tasas de paro son pésimas. Cierto: el corrupto expolio de las élites españolas al bien común es agresivo. Pero la reacción, defensa y creación del común activada por el 15M es mayor. Y sobre todo, tiene más futuro.
Tal vez lo más importante sea un nuevo sentido común de la realidad que, al contrario que en el norte de Europa, ha cristalizado en una España más tolerante, abierta y solidaria. De nuevo, el 15M fue la vacuna, la linterna. El 94 % de los españoles acepta moralmente el matrimonio gay (país más tolerante del mundo). Casi nueve de cada diez personas se muestran a favor de los refugiados o los matrimonios interétnicos. Ocho de cada diez personas están dispuestas a modificar sus hábitos para evitar el cambio climático. Existe un amplio consenso de que el neoliberalismo, con su paquete de recortes y privatizaciones, no solo no es deseable, sino que es ineficiente. Por mucho que el establishment repita la cantinela de que nada ha cambiado, nada ha vuelto a ser igual tras el 15M. Y el mundo está pendiente de la posibilidad global que empieza a surgir en la España del cambio.Para escribir Pasado mañana he entrevistado a algunos de los protagonistas de la España del cambio. Unos famosos, otros poco conocidos. Su visión se diluye en un relato coral que por un lado visibilizar ese rico ecosistema español de experiencias de autogestión, de colaboración ciudadana, de reciprocidad, de apoyo mutuo, de economía cooperativa, de laboratorios ciudadanos como el MediaLab-Prado de Madrid o iniciativas como el Foro de Innovación Social de Jovesolides. Por otro, el relato de época no es apenas descriptivo: apunta hacia un futuro próximo. Un futuro que ya está en marcha.
”El no no es suficiente. Debe ser un sí y debe haber confianza en el sí. Hay que diseñar alternativas reales, que no solo sean creíbles, sino inspiradoras y excitantes\”, le respondió la periodista Naomi Klein a Jordi Évole hace unos meses, en el programa Salvados. Pasado mañana es un sí mayúsculo. Un sí a un modelo de ciudad viva, relacional y sostenible. Un sí a una economía poscapitalista que corrija las desigualdades. Un sí a un sistema comunicativo independiente, plural y ciudadano. Un sí que posibilita la democracia real. Un sí a sensibilidades feministas. Un sí a una cultura libre y diversa. Un sí a una ciencia abierta que no sea un monopolio de las multinacionales. Un sí a un modelo de energías renovables que esté en manos de la gente. Un sí a las tecnologías libres que favorecen la colaboración. Un sí a una innovación basada en la cooperación y la empatía. Un sí a una sociedad basada en los vínculos comunitarios y en las inercias colectivas que nos protegen de la voracidad del neoliberalismo.