Una de los tres jóvenes participantes en el Asiti Bootcamp, realizado en el marco del proyecto europeo Asisti Games, Hind El Fadli, nos relata cómo vivió esta experiencia. El fin principal de esta convivencia era formar a jóvenes de Europa en los valores del intercambio cultural y la inclusión social a través de la educación no formal y la gamificación. Además, se enfocó en el entendimiento de la diversidad social, cultural y religiosa que convive en el viejo continente.
“Llegué a Bolonia sin tener ni idea de a qué me iba a enfrentar. Tenía muchas expectativas, muchas ideas, muchas dudas y también un poco de miedo, pero sobre todo tenía muchas ganas de participar en este este proyecto”.
Asiti games es un proyecto europeo cuyo objetivo principal es configurar los lugares comunes de las ciudades como espacios de coexistencia y convivencia pacífica. En tiempos de creciente radicalismo en Europa este proyecto busca frenar el extremismo a través de la gamificación.
Esta joven de 19 años, estudiante de psicología, confiesa que al principio tenía muchas dudas, preguntas, pero pronto se disolvieron. Dudas que rápidamente se disolvieron al conocer a todos sus compañeros. “Me sentí muy bien acogida por todos mis compañeros y compañeras”.
En el Asiti Bootcamp participaron un grupo de diez jóvenes, de siete nacionalidades distintas (Italia, Portugal, Polonia, Grecia, Marruecos, Angola y España) y edades muy diversas, a partir de 19 años. En las cuatro semanas de convivencia pudieron abordar en profundidad cuatro temáticas, una por semana, impartida por un/una responsable de cada entidad participante en el proyecto:
- Diversidad a través de la religión y la cultura.
- La gamificación.
- La importancia de la comunicación social.
- Diseño del prototipo de Asiti Urban Games.
Hind es una precoz activista contra la discriminación, especialmente contra la islamofobia y el racismo, y no se cansa de señalar la multiplicidad de aprendizajes que se lleva de esta experiencia. “Tener la oportunidad de convivir con un grupo tan multicultural es fantástico. Aprendimos muchísimo los unos de los otros. Aprendimos palabras en los idiomas de los demás, aprendimos sobre su cultura, sus tradiciones y la situación social de cada país. Esta multiculturalidad no es buena sólo para nosotros y nuestro aprendizaje, sino que lo es también para nuestro proyecto. Nuestra diversidad nos hace ser personas mucho más creativas, y nos hace abrir nuestra mente a nuevas perspectivas”.
La joven, que es promotora de la campaña #IslamEsDiversidad y presidenta de la asociación G-CHIME (Grupo de Chicas Musulmanas de Elche), también destaca de su experiencia el descubrimiento de la educación no formal. “Aprender de formas tan diversas también nos ayudó a integrar más rápidamente lo aprendido y de forma más divertida que la convencional. En las semanas de convivencia aprendimos sobre la educación de calle, la comunicación, el trabajo social, la gamificación, las redes sociales y los medios de comunicación…”
En el proyecto participan entidades sociales de cuatro países: Aps Creativi 108, de Italia, que lidera el proyecto, Conversas Associacao Internacional (CAI), de Portugal, Fundacja Laboratorium Zmiany, de Polonia, y Jovesólides, de España.