Cumplimos más de un mes en confinamiento y debido a la situación excepcional, provocada por el coronavirus, hemos tenido que adaptarnos de un día para otro. Adaptar nuestra forma de expresar afectos, nuestra rutina y nuestra forma de trabajar. Ahora muchas empresas, pero también asociaciones y ONG se han sumado al teletrabajo. Desde Jovesólides conversamos con varias de estas entidades para que nos cuenten cómo lo están viviendo y cómo ven el futuro del teletrabajo en este sector, ¿ha venido para quedarse?
Para ello, empecemos por el principio. El teletrabajo es la forma de trabajo, valga la redundancia, que se realiza en una ubicación alejada de una oficina central, separando al trabajador/a del contacto personal que tiene en esa oficina. Así es definido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y para que este se desarrolle de manera óptima son imprescindibles las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Las TIC hacen posible esta separación, facilitando la comunicación.
Pero el teletrabajo, aunque más nuevo para algunos sectores a partir de la actual situación de emergencia, surgió hace ya décadas de la mano del físico Jack Nilles. Fue en los años 70 y precisamente fue ideado para evitar desplazamientos, aglomeraciones y problemas de movilidad. Todo ello al tiempo que se reducía el consumo energético en plena crisis del petróleo en Estados Unidos.
Por su parte, el Tercer Sector, recordamos que es el ámbito formado por entidades privadas de carácter voluntario y sin ánimo de lucro que, surgidas de la libre iniciativa ciudadana, funcionan de forma autónoma y solidaria. Estas entidades tratan, por medio de acciones de interés general, de impulsar el reconocimiento y el ejercicio de los derechos sociales, de lograr la inclusión social en todas sus dimensiones y de evitar que determinados colectivos sociales queden excluidos de unos niveles suficientes de bienestar. Así es definido por el Consejo Estatal de ONG de Acción Social, el Tercer Sector de Acción Social (TSAS).
El teletrabajo en tiempo de coronavirus
Cuando hablamos de teletrabajo, y hasta llegar a esta situación excepcional, España estaba por debajo de la media europea de 5,2%. Solo un 4,3% de personas en nuestro país trabajaban a distancia, según las estadísticas de Eurostat. Los mejores datos respecto a la implementación de esta forma de trabajo son obtenidos por Países Bajos (14%), Finlandia (13,3%) y Luxemburgo (11%).
Pero las últimas semanas, intensas y de cambios a contrarreloj, todo ha cambiado. Y muchas son las empresas que siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Trabajo, han adoptado el teletrabajo como una forma alternativa para seguir desarrollando sus actividades. Grandes empresas como Microsoft, Vodafone, Telefónica, Repsol, Santander… han ganado la carrera, pero también sabemos que tecnológicamente están preparadas para hacerlo. El resto ha tenido que subirse al tren en marcha y no siempre en las mejores condiciones.
La implementación inmediata de una forma alternativa de trabajo ha supuesto también en las últimas semanas un aumento de la venta de portátiles, del uso de aplicaciones de videoconferencias, mensajería, y hasta las redes sociales han tomado mayor protagonismo en nuestras vidas. Ante el nuevo escenario, nuevas formas de comunicación para seguir avanzado.
Teletrabajo: una oportunidad y un reto también para el Tercer Sector
El Tercer Sector ha tenido que sumarse en las últimas semanas a una forma de trabajo no muy implementada, pero sí conocida. “El tema del teletrabajo lo hemos comentado siempre. Es una herramienta importante para la acción. Y a partir de esta situación excepcional tenemos la oportunidad de darnos cuenta que es trascendental. Esta situación nos tiene que enseñar mucho al Tercer Sector y también a la Administración, porque por ejemplo, pensemos en la brecha digital, es más visible que nunca”, señala Luis Vañó, presidente de la Plataforma del Tercer Sector de la Comunidad Valenciana.
Y es que sobre todo las entidades más pequeñas, algunas medianas, no tienen los recursos ni las herramientas tecnológicas para sumarse con facilidad al teletrabajo. Para estas la situación de emergencia ha dejado en evidencia esta carencia y está siendo más complicada la adaptación.
Sobre si es el teletrabajo es el futuro del Tercer Sector, como forma complementaria de la atención directa, el director general de Farmamundi, Joan Peris, tiene claro que al menos es una opción muy viable para la conciliación laboral y familiar.
En este sentido, Xose Cuns, director de EAPN Galicia, destaca que el teletrabajo es presente. “Veo una adaptación acelerada, desde luego en la relación entre profesionales para organización de reuniones o seguimiento, también en aspectos como formación online (tenemos una demanda creciente) o hasta en la organización de todo tipo de eventos”.
A nivel general la experiencia de adaptarse a una forma alternativa de trabajo es positiva. “El equipo se ha adaptado rápidamente a esta nueva forma de trabajo, que hasta ahora tan solo algunas personas la habían desarrollado. No obstante, supone un gran reto, tanto tecnológico como de adaptación para la conciliación familiar, que nos está suponiendo un gran esfuerzo y compromiso por parte del equipo”, destaca Joan Peris.
Un esfuerzo al que también hace referencia Luis Vañó, “hemos tenido que reinventar las actividades. Sobre todo las tareas más administrativas y los servicios. Ahora las coordinamos telemáticamente. Más del 50% de nuestras actividades”.
No obstante, no todo el trabajo desarrollado por las entidades es posible hacerlo a través del teletrabajo. “Hay una parte importante del trabajo del Tercer Sector, y lo estamos viendo estos días, que sí se puede hacer desde casa. Ahora, necesariamente hemos tenido que adaptar muchos servicios para garantizar el distanciamiento social. Y así, estos días se han podido realizar muchas actividades: servicio de ayuda a domicilio, reparto de alimentos, asistencia en albergues.... Pero cuando acabe el confinamiento, también será importante retomar un alto porcentaje de actividad presencial”, señala Lourdes Mirón, presidenta de Jovesólides.
Y respecto a los principales pros y contras del teletrabajo, hay bastantes coincidencias. La reducción de costes de personal, menor inversión en recursos y la agilidad en la comunicación son los principales beneficios destacados por las entidades. Mientras que lo más negativo es la pérdida del contacto humano, la necesidad de invertir en nuevos equipos, el aprendizaje de dirigir equipos a distancia, o gestionar la distinción entre vida personal y profesional.
¿Cómo lo estamos haciendo en Jovesólides?
En plena emergencia sanitaria por el coronavirus, Jovesólides se ha sumado también al teletrabajo. Su sede permanece cerrada, pero no ha detenido la atención y el acompañamiento a las personas más vulnerables. Desde la primera semana se pusieron en marcha dispositivos de intervención para seguir atendiendo las necesidades de diversos colectivos, abordadas a través de sus programas.
Asimismo, la entidad continúa trabajando a distancia el resto de proyectos y sus tareas logísticas, administrativas, o de apoyo.
¿Es posible que el teletrabajo se instale en el Tercer Sector de forma permanente? Todavía no lo sabemos, pero sí empezamos a vislumbrar que hay una parte del trabajo desempeñado por el sector que sí puede ser incorporado en la rutina laboral más allá del fin del confinamiento.
Y no solo es el Tercer Sector el que ha de mejorar su preparación para esta nueva forma de trabajo, sino la sociedad, a nivel general. Porque hasta esta situación excepcional, el teletrabajo no formaba parte de nuestra cultura.
Quizá la crisis sanitaria provocada por el coronavirus sea un punto de inflexión para pisar el acelerador en plena era digital, para usar la tecnología en beneficio del desarrollo individual y colectivo, de la conciliación familiar y del cuidado del planeta.