“Mi sueño es ser modista, una buena modista que hace bien su trabajo y gana dinero para mantener a sus hijos”. Arrbia no lo duda, entonces será feliz. Mientras, esta marroquí que llegó en 2009 a España a bordo de una patera huyendo de una pesadilla, sigue luchando para conseguirlo. A los 16 años, tras fallecer sus padres, sus hermanos decidieron venderla como esposa a un hombre de ochenta. Su familia le abrió las puertas a un infierno del que hoy a sus 32 años comienza a salir. Pero no habla desde el victimismo, ella es una superviviente que no ha permitido que le roben su libertad de soñar. Arrbia es una de las participantes en el proyecto La Ruta.
“Este tipo de programas se imparten desde la proximidad, y están orientados desde las capacidades que las personas que acuden tienen. Para ellos es un escalón más para mejorar su futuro”. Eva Barea, trabajadora social de Servicios Sociales Generales señala que las personas, mayoritariamente mujeres en este proyecto, “tienen muchas ganas de salir adelante, y nosotros les ayudamos”.
Y es que más del 60% de las personas acompañadas desde los programas de acción social son mujeres, y la mayoría, a su vez, son madres. El perfil que se repite es mujer joven con cargas familiares y con varios años dedicados a la crianza, como el caso de Arrbia. Esta situación supone un parón profesional y por tanto, un estancamiento en la cualificación que hoy en día se solicita para un puesto laboral.
No obstante, desde La Ruta se remarca el creciente interés de muchas empresas por el lado humano, más allá de la experiencia o los conocimientos técnicos que la persona tenga, la actitud es, sin duda, otra de las aptitudes que más valoran los y las responsables de recursos humanos.
“Hoy en día las empresas buscan a personas dispuestas a aprender, a seguir superándose a sí mismas, a innovar”, señala Amparo Pedraza, técnica del proyecto La Ruta. Esto es algo de lo que sabe mucho Arrbia, de 32 años y madre soltera de dos niños. La vida no le ha dado las mejores cartas, pero ella ha sabido encontrar la manera de transformar su desdicha en oportunidad. “Estuve más de año y medio moviéndome por distintas ciudades de España; de Valencia a Madrid, de Madrid a Almería, de Almería a Navarra... donde había trabajo, allí iba yo”.
Estas dificultades a las que se enfrenta una madre que busca reinsertarse en el mercado laboral son contempladas en los itinerarios de La Ruta, subvencionado por la Dirección General de Inclusión Social. Y el equipo educativo y de empleo se encarga de trasladar a las participantes que la maternidad es una de las mejores experiencias porque aporta valores y aptitudes fundamentales para el desarrollo profesional.
“Con cada una de las mujeres se intenta generar las condiciones necesarias para el desarrollo del talento y la iniciativa de las participantes, mediante la adquisición de las habilidades sociales y competencias básicas para el empleo”, señala Pedraza.
En España el desempleo afecta al 22% de las mujeres en general, porcentaje que asciende hasta el 53% si hablamos de mujeres solas, según un estudio realizado por la Fundación Adecco. En este estudio también se detalla que para el 65% de estas madres no es nada sencillo encontrar una jornada laboral que respete el tiempo necesario para atender sus hijos/as. Además, el 52,9% de las mujeres inmigrantes residentes en España tienen grandes dificultades para llegar a final de mes, y siguen percibiendo una doble discriminación, por ser extranjera y por ser mujer, según datos de Red Acoge.
“Estimular el empleo de estas mujeres es algo necesario que beneficia también a la sociedad en su conjunto, pues permite avanzar hacia la inclusión social de todas las personas, y construir así una sociedad más justa y en igualdad”, explica Amparo Pedraza.
Arrbia no sabe todavía cuando sonreirá sin rastro de pena, pero cree en la belleza de sus sueños, y eso como diría Eleanor Roosevelt le garantiza un futuro.
El proyecto La Ruta está financiado por el programa Operativo del Fondo Social Europeo.