Vivimos tiempos en los que persiste la mitificación de la juventud, mientras se invisibiliza la vejez y se arrebata a las personas mayores su rol activo en la sociedad. Un sinsentido si tenemos en cuenta que el número de personas mayores del mundo se duplicará para el año 2050, y se triplicará para 2100, según el informe “Perspectivas de la población mundial”, publicado por Naciones Unidas. Para repasar cómo hacer frente a este escenario un tanto irracional, y con motivo del Día Europeo de la Solidaridad y la Cooperación entre Generaciones, repasamos innovadores ejemplos que favorecen el envejecimiento activo y la intergeneracionalidad.
Cada 29 de abril, se renueva el objetivo de sensibilizar y promover las relaciones entre personas mayores y jóvenes. Instaurado en 2009, e impulsado por distintas organizaciones no gubernamentales, como la Plataforma Europea de Personas Mayores (AGE) y el European Youth Forum (YFJ), tiene como fin “animar a compartir habilidades, valores y experiencias” entre las personas para lograr una sociedad más justa, rica y en igualdad.
“Las personas mayores no quieren ser tratadas como mayores, quieren ser tratadas como personas y como ciudadanos”, explica Corina Mora, responsable de comunicación la ONG madrileña Solidarios. “Vivimos en una sociedad rápida, inmediata, con valores muy consumistas y sin demasiada preocupación por los de al lado”. La tendencia, señala Mora, es asociar a las personas mayores “con la enfermedad y con una mayor rigidez psicológica y una incapacidad para aprender y adaptarse a los cambios”. Esta decadente visión sobre las personas mayores la confirmamos también a través de la temática general de los estudios que se realizan sobre este colectivo. La mayoría vinculados a mostrar a la población mayor como grupo homogéneo, conformado por personas inactivas, improductivas y dependientes.
Pero realmente, ¿este ritmo vital no encaja con las personas mayores? Lucía Rodríguez Aranguren, psicóloga social, es más partidaria de que practicamos el edadismo, o discriminación por la edad. Señala que es necesario y urgente que la sociedad “rompa con todos los prejuicios y estereotipos negativos sobre este colectivo para así, lograr una sociedad equitativa y saludable”. Y es que hasta la OMS señala que una percepción negativa de la propia vejez puede restar a nuestra vida hasta siete años y medio de tiempo.
Pero, ¿cómo se entiende esta indiferencia social, si todas las personas tenemos como destino la vejez? Rodríguez apunta que “aunque sepamos que esa fase va a llegar, las personas funcionamos mejor pensando a corto plazo, es decir, recurrimos a eso de aún queda para que yo llegue hasta ahí. Y esto nos hace ser menos conscientes y empáticas con la vulnerabilidad social que supone ser mayor”.
Las personas mayores son tan diversas como las personas jóvenes
Tenemos la insana costumbre de vincular la vejez con la desesperanza, el dolor, la tristeza, la incapacidad más diversa. Pero hay luz más allá de los 50 y son muchas las personas que pasan a primera fila para reivindicar la madurez, y la viven con naturalidad y orgullo. Personas que a través de su experiencia nos hablan de la vejez como sinónimo de libertad y no como un problema.
Hay casos extraordinarios, pero obviando la tónica general de la publicidad o los medios de comunicación, que destacan lo excepcional sobre lo cotidiano, recogemos algunas cifras que hablan, y no precisamente de un colectivo pasivo, sino en todo caso, tan heterogéneo como el de jóvenes. En España de los los 2,2 millones de personas que realizan voluntariado, 440.000 son personas mayores, según la Plataforma de Voluntariado de España. Además, hay más de 60.000 alumnos/as matriculados en las instituciones de educación superior españolas (el 60% son mujeres), según la Asociación Estatal de Programas Universitarios para Personas Mayores (AEPUM).
Y si hablamos de política, es inevitable mencionar el movimiento de los yayoflautas, personas mayores que van más allá del escenario de ganchillo y el dominó en el que el imaginario colectivo les sitúa, para formar parte de las marchas del 15-M, para manifestarse contra la reforma de las pensiones. “Somos la generación que luchó y consiguió una vida mejor para sus hijos e hijas. Ahora están poniendo el futuro de nuestras hijas y nietas en peligro, y queremos una economía al servicio de las personas”, reza su manifiesto.
¿Qué es necesario para que el colectivo de mayores reciba la consideración social que hoy en día no tiene? “Se necesita una política pública no solo dirigida a las personas mayores, sino a cómo concebimos la vejez todos y todas”, señala María Luisa Urdiel, iaioflauta y miembro de la Coordinadora Valenciana por al Defensa del Sistema Público de Pensiones.
La intergeneracionalidad como sinónimo de desarrollo social: nuevas formas de convivencia, innovadoras iniciativas
Aunque un cambio de mirada hacia la vejez es todavía hoy una asignatura pendiente, crecen las iniciativas que apuestan por unir a personas mayores y jóvenes como fórmula perfecta para favorecer el envejecimiento activo y en consecuencia, el desarrollo social.
Lucía Rodríguez destaca que la relación intergeneracional “visibiliza que las personas mayores también saben y pueden hacer muchas cosas. De una manera muy sencilla, a través de la comunicación, se eliminan prejuicios y además, se fomenta la empatía por parte de ambos colectivos. En esta convivencia nos vemos como iguales, averiguamos qué tenemos en común, y lo ideal sería reforzarla”.
En ello trabaja desde hace más de 20 años la ONG Solidarios, a través de un programa de voluntariado enfocado en acompañar en sus domicilios a las personas mayores que viven solas. Y es que en España hay casi dos millones de personas mayores (1.960.900) en esta situación, según la Encuesta Continua de Hogares de 2017, publicada por el Instituto Nacional de Estadística. Por ello, Solidarios favorece la realización de actividades y un envejecimiento más activo. “Nuestros voluntarios/as visitan una vez por semana a las personas que solicitan atención, comparten su tiempo, toman un café, dan un paseo… A veces aprovechan para acompañar a alguna gestión. Lo importante es el proceso de compañía y saber que hay alguien con quien compartir el tiempo”.
Este voluntariado rompe el aislamiento y la soledad, cuentan desde la entidad, y esto ayuda a evitar otro tipo de trastornos cognitivos. “Compartir con personas más jóvenes hace que los mayores puedan enfrentarse a otros puntos de vista, y compartir experiencias de vida diferentes. Es un aprendizaje mutuo, lleno de enriquecimiento para ambas partes”.
Y entre los nuevos modelos de convivencia, el cada vez más utilizado, es el llamado cohousing, o viviendas compartidas por personas mayores. Nacidas en la década de los setenta en Dinamarca y Holanda, poco a poco se han extendido por el resto de Europa y EE.UU. Es una innovadora iniciativa que también funciona a través de entidades sociales, y uno de sus principales objetivos en éstas es “dar respuesta a personas que no tienen recursos para tener una vivienda digna”, como es el caso de Hogares Compartidos. Esta entidad también cuenta con voluntarios y voluntarias jóvenes que apoyan en el programa.
Otro forma de convivencia es la que desarrollan también desde Solidarios, una entidad pionera en España en el homeshare, o el desarrollo de programas de convivencia intergeneracional, de hecho, su programa Convive, que permite que un estudiante universitario viva en casa de una persona mayor durante el curso académico, es el más grande de estas características en el país. “Tanto mayores como estudiantes pueden dar, aprender y mejorar su calidad de vida”.
Y en plena era digital, necesariamente surgen también innovadoras iniciativas, vinculadas a las nuevas tecnologías, que favorecen la inclusión social de las personas mayores. En España ya son 44 mayores de cada 100 los que usan Internet, según la última Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y Comunicación en los hogares. No obstante, es necesario seguir combatiendo la brecha digital en este colectivo. Precisamente uno de los objetivos capitales del programa Mayores Movilizados, desarrollado por Jovesolides en colaboración con la Fundación Vodafone España, con el que también se favorecen las relaciones intergeneracionales.
Un fin compartido por el original proyecto ‘Intercambio de diálogos’, desarrollado por FCB Brazil, una entidad brasileña que pone en contacto a jóvenes del país con personas mayores que viven solas en Estados Unidos. Desde diferentes partes del mundo se conectan a través de un chat para aprender inglés.
Dijo Miguel de Unamuno que las personas no somos jamás demasiado viejas para recomenzar la vida, y no hemos de buscar que lo que fuimos nos impida ser lo que somos o seremos. Por eso hoy, mañana, cada día, trabajemos por un presente perfecto. Aquél en el que la convivencia entre personas mayores y jóvenes sea una realidad, y puente a un desarrollo social beneficioso para todos y todas.